miércoles, 23 de junio de 2010

Entrenarse para una guerra es igual de peligroso que librar una guerra


No es la primera vez que las matemáticas consiguen derribar nuestras intuiciones. En este cálculo realizado por Steven D. Levitt y Stephen J. Dubner, se derriba otro bastante contraintuitivo: que ir a la guerra no es tan peligroso como parece: desde 1982, han muerto unos 42.000 militares estadounidenses en activo, es decir, aproximadamente el mismo número de norteamericanos que mueren en accidentes de tráfico en un solo año.

Lo que lleva a otro cálculo todavía más extraño: que mueren tantos soldados entrenándose militarmente como soldados mueren en el campo de batalla.

Desde 2002 hasta 2008, Estados Unidos ha estado librando sangrientas guerras en Afganistán e Irak. Entre el personal militar activo hubo una media de 1.643 muertes al año. Pero en un período igual de tiempo a principios de la década de 1980, cuando Estados Unidos no estaba luchando en ninguna guerra importante, murieron más de 2.100 militares cada año.

Es cierto que el ejército era mucho más grande en 1988 (2,1 millones) que en 2008 (1,4 millones), pero incluso la tasa de mortalidad en 2008 era más baja que en ciertos tiempos de paz.

Probablemente, parte de esta mejora se debe a la mejor atención médica. Pero un dato sorprendente es que la tasa de muertes accidentales de soldados a principios de los años ochenta era superior a la tasa de mortalidad de fuego enemigo en todos los años en que EEUU ha estado combatiendo en Afganistán e Irak.

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