José María Aznar ha arremetido hoy contra un Estado que quiere hacer "la España desde que gobierna Zapatero, y ha pedido "escapar de la trampa del estatalismo":
“Porque la persona es anterior al poder político y la política debe respetar ese hecho".
Para el ex presidente del Gobierno la actual "es en esencia una crisis moral":
"No es casualidad que, en Europa, la expresión económica y presupuestaria del eclipse del buen concepto de nación sea el déficit y la deuda, es decir, la costumbre de gastar sin pagar porque no se es capaz de tener presente el interés de quienes nos han de suceder ni se es capaz de apreciar la experiencia y el consejo de quienes nos han precedido".
El presidente de la Fundación FAES hizo estas reflexiones durante la presentación en Madrid del último libro del senador italiano Marcello Pera ¿Por qué debemos considerarnos cristianos? Un alegato liberal.
Aznar afirmó que el matrimonio y la paternidad "no pueden regirse por lo que el poder político quiera", ya que éstas "no son relaciones democráticas, aunque tengan lugar dentro de un país cuya forma política es la democrática".
El ex presidente del Gobierno abogó por restaurar "el verdadero sentido de la democracia y sus límites", ya que, a su juicio, en este momento el poder ha traspasado "todos los límites razonables":
“Ha invadido terrenos que no son de su competencia".
Según Aznar, está pendiente "una tarea liberal para devolver el poder a su lugar y para que la vida pública pueda apoyarse en un liberalismo auténtico, un liberalismo de raíz ética cristiana":
"Se trata de que el Estado sea sólo Estado y no pretenda hacer también las veces de la escuela, de la familia o de la Iglesia. La familia o la Iglesia son instituciones básicas que preceden en rango biográfico al Estado y a las que éste en consecuencia también debe respetar".
En su discurso, Aznar recomendó evitar "algo que terminaría por ser realmente destructivo para la Iglesia y para el cristianismo”:
“La pérdida de su mensaje genuinamente religioso y su transformación en una trinchera cultural o política. No debemos aceptar una devaluación del cristianismo como religión en sentido estricto o como orden sacramental".
El ex presidente del Gobierno señaló que la declaración de la condición de cristianos "evoca necesariamente una elección religiosa de carácter personal que no tiene por qué ser compartida".