En la España de las «libertades» cualquier prohibición resulta verosímil y cualquier mentira encuentra fácilmente su indulgencia. Como informa hoy la prensa, la Guardia Civl, cumpliendo órdenes de la Delegación del Gobierno, impidió ayer la entrada a la Basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos a decenas de fieles que querían asistir a la misa funeral que allí se celebraba por todos los muertos de la guerra civil.
Primero se les dijo que no había ninguna misa, falsedad que quedó al descubierto al confirmar lo contrario con el Abad del Valle de los Caídos. Después, se alegaron motivos de seguridad, lo cual resulta alarmante para los fieles que hemos acudido durante estos meses, sin impedimento, alguno a la misa conventual de las 11 de la mañana, sin que nadie nos advirtiera de los riesgos que corrían nuestras vidas -y las de nuestros hijos- al acudir a misa.
El Gobierno parece decidido a pisotear la ley y los derechos fundamentales, con el beneplácito silente de la oposición y con la jerarquía de la Iglesia Católica mirando para otro lado. Si esto es un Estado de Derecho, que venga Dios -ya que no nos dejan ir a verlo a su casa- y lo vea. Y, como dejó escrito Bécquer, ¡Dios mío qué solos se quedan los muertos!
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