Me contaba un íntimo amigo, nacido en un localidad vecina a la del protagonista de este artículo, que el truco de José Bono para no tener un gran patrimonio después de tantos años chupando del bote de la presidencia de Castilla La Mancha era asegurarse que el dinero lo tuvieran "sus amigos". Si estabas con él, te forrabas y en alguno de los casos, tenías que guardarle parte de su botín (otra vez "Botín", querido Emilio). Si estabas contra él, no olías una subvención. Parece que es mismo método empleado por Manolín Chaves, el otro cacique pesoero.
José Bono –quien en 2003, última vez en la que declaró sus ingresos, los cifró en 115.000 euros, ha regalado a su retoño de 20 años una vivienda ubicada en el barrio de los Austrias de Madrid, de 160 metros cuadrados y valorada en más de un millón de euros. Pepe Junior tendrá la suerte de vivir sin la incomodidad de la hipoteca que sufrimos el resto de descamisados, e incluso de los que nos ponemos la camisa.
La política, digan lo que digan, es muy lucrativa. Recuerdo algunas machadas de D. José, como cuando decía como Ministro de Defensa que prefería morir que matar o cuando al recordar a su padre exponía sin rubor: "Mi padre fue falangista y yo no soy mejor que mi padre". Pero Pepe, si el falangista eres tú, hombre. Reconócelo.
Quiero acabar esta desagradable historia con ese chiste ibérico que decía que a Bono no le gustaba que sus hijos se liaran con las hijas de Bush, ya que de dicho enlace se engendraría un Bono-Bus.
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