Un placebo es una terapia que no tiene eficacia médica, pero que puede producir efectos curativos o paliativos si una persona cree que en realidad está tomando una medicina. Así pues, ¿podemos decir que los analgésicos son placebo? ¿Un dolor de cabeza desaparece realmente porque hemos tomado una aspirina o habría desaparecido de la misma forma sin haber tomado nada?
Una muy reciente investigación con Tomografías por Emisión de Positrones (PET) constataba que el sólo hecho de pensar en un fármaco alivia el dolor mediante la liberación de dopamina en el núcleo accumbens, un área del cerebro relacionada con la habilidad de experimentar sensaciones de placer y recompensa e, incluso, con la adicción a las sensaciones causadas por ciertas drogas.
¿Es lo que ocurre con los analgésicos? Pues sí y no.
Los analgésicos no son estrictamente un placebo, pero a veces sí que llegan a funcionar como tal. El doctor Andrew Moore y sus colegas de la Unidad de Investigación del Dolor del Hospital Churchill de Oxford han llegado a constituir toda una clasificación sobre los efectos de los analgésicos.
Plantearon los resultados no como estadísticas sino en términos de Número Necesario de Tratamientos (NTT): es decir, el número de personas que tendrían que tomar el fármaco para que presente beneficios en ellas.
Un fármaco verdaderamente eficaz, pues, tendría un NNT próximo a 1. Es decir, cualquiera que lo toma percibe sus beneficios.
Sin embargo, los remedios que podemos conseguir sin receta para un dolor leve o moderado tienen un NTT superior a 2. En otras palabras, que si nos los tomamos, la probabilidad de sentir una gran mejoría gracias a ellos no es mucha (a no ser que funcione como placebo).
Ibuprofeno: NTT 2,5. Es decir, el 40 % de las personas que lo tomaran sentirían alivio.
Un comprimido de paracetamol: NTT próximo a 4.
Cualquiera de esas nuevas mezclas en polvo que nos alivian todos los males (como la codeína con ácido acetilsalicílico): NTT superior a 5.
Una muy reciente investigación con Tomografías por Emisión de Positrones (PET) constataba que el sólo hecho de pensar en un fármaco alivia el dolor mediante la liberación de dopamina en el núcleo accumbens, un área del cerebro relacionada con la habilidad de experimentar sensaciones de placer y recompensa e, incluso, con la adicción a las sensaciones causadas por ciertas drogas.
¿Es lo que ocurre con los analgésicos? Pues sí y no.
Los analgésicos no son estrictamente un placebo, pero a veces sí que llegan a funcionar como tal. El doctor Andrew Moore y sus colegas de la Unidad de Investigación del Dolor del Hospital Churchill de Oxford han llegado a constituir toda una clasificación sobre los efectos de los analgésicos.
Plantearon los resultados no como estadísticas sino en términos de Número Necesario de Tratamientos (NTT): es decir, el número de personas que tendrían que tomar el fármaco para que presente beneficios en ellas.
Un fármaco verdaderamente eficaz, pues, tendría un NNT próximo a 1. Es decir, cualquiera que lo toma percibe sus beneficios.
Sin embargo, los remedios que podemos conseguir sin receta para un dolor leve o moderado tienen un NTT superior a 2. En otras palabras, que si nos los tomamos, la probabilidad de sentir una gran mejoría gracias a ellos no es mucha (a no ser que funcione como placebo).
Ibuprofeno: NTT 2,5. Es decir, el 40 % de las personas que lo tomaran sentirían alivio.
Un comprimido de paracetamol: NTT próximo a 4.
Cualquiera de esas nuevas mezclas en polvo que nos alivian todos los males (como la codeína con ácido acetilsalicílico): NTT superior a 5.
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