martes, 23 de marzo de 2010

Consecuencias

En las próximas elecciones vota a algún partido que defienda tus derechos.

¡ Perro caraculo !

¡ Perro malo !


Romance del Pacto de Estado

Un presidente sufría
gimiendo, muy desgraciado,
por los datos que arrojaban
todas las cifras del paro.

Tirando del superávit
que fue del PP heredado,
dando cuatrocientos euros
al personal engañando
con vaticinios absurdos
que eran más que Judas falsos,
no le duró mucho el cuento
y apenas aguantó un año.

Hasta que fue Pedro Solbes
de Economía encargado
y por entonces su amigo,
quien le transmitió en privado
lo que muchos sospechaban:
"El granero está vacüo.
No tenemos mucho margen
para seguir endeudádonos.
Y si lo hacemos, Europa
se va a cabrear un rato".

Zapatero, el presidente
-así se llamaba el fulano-
sintió que se derrumbaba
cual Juan Guerra sin despacho
"¿Y si no tenemos parné
dime entonces ¿yo qué hago?"

"Pues tendrá que recortar"
contestó el ministro del ramo
"disminuya privilegios,
algún sueldo, algún gasto...
Suprima algún ministerio
plante cara a un sindicato.
Olvídese del talante
y elimine muchos cargos:
aquellos que no hacen nada
aunque les llamemos "altos"

"¿Y si se enfadan conmigo?",
preguntó Zetapé, cauto.

"Estimo muy conveniente"
dijo Solbes, suspirando
"que si se ponen farrucos
los mande a tomar por saco"

Oyendo eso el presidente
exclamó alzando las manos:
"¡Eso jamás, Pedro necio!
Yo no recorto, yo pago.
Yo estoy por la ayuda social.
Yo no produzco. Yo mamo.
Yo doy dinero a los pobres,
financio a Evo y a Castro.
cubro de oro a la Pajín,
enriquezco a artistas varios.
A los gays, a los drag queen
los forro de talonarios;
mientras rezo con Obama
a feministas complazco,
pago a la que indaga el clítoris,
la vulva, la uretra, el ano,
de las trompas de falopio
hasta las trompas de Eustaquio;
si tienes dudas, pregunta
a Zerolo, el diputado,
el mismo al que yo provoco
democráticos orgasmos.
Capo la inversión en bolsa
subo el sueldo a funcionarios
asusto a Moodys y a Ficht
venero a los sindicatos.
Si quiero crear empleo,
fustigo a los empresarios
y si me falta dinero
voy a cortarlo del árbol,
es decir, que se lo pido
a ese que llaman MAFO
que va de Pepito Grillo
pero al que yo no hago caso.

"Pues entonces presidente",
dijo Solbes un poco harto,
"si usted está en este plan
no me necesita, me abro.
¿Qué más le puedo decir?
¡Gobierne, coño, haga algo
productivo por el país!
aparte de pedir préstamos.
¿Y qué hará cuando se acaben,
cuando no pueda pagarlos
cuando Trichet no se fíe,
el paro esté desbocado,
cuando el partido murmure
y hasta Sonsoles haga ascos,
sus niñas se le reboten
se pasen a Lara (Cayo);
y ya no se asocie a España
con la palabra milagro?"

Cuando entendió ZP
que el ministro hubo acabado
su discurso apocalíptico
su atronador zurriagazo
mostró su mejor sonrisa
la de mister Bean, el mago,
y amistoso respondió
asiéndole por el brazo.

"Entonces llamaré al Rey,
a Sebastián y a Salgado
convocaré al parlamento
para un debate de estado
pondré mi cara de pena...
y clamaré por un pacto.
¿Te explico qué es el talante?
Escucha bien esto, majo:

Vivir de triunfos ajenos

y repartir los fracasos".

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Holodomor, el genocidio de Stalin contra los ucranianos


Culminada en 1932-1933, la colectivización del agro soviético es uno de los grandes crímenes del siglo XX. En torno a unos siete millones de personas, de entre los cuales unos cinco millones eran ucranianos, murieron de inanición a causa del proceso, mientras la Unión Soviética exportaba en ese mismo 1933 dos millones de toneladas de trigo. Como todas las grandes matanzas de la Historia, este brutal episodio de exterminio ostenta el dudoso honor de contar con un nombre propio que ha pasado a los anales de la infamia: el Holodomor.

El más terrible de los crímenes vendría precedido por negras pesadillas en las que, en el imaginario bolchevique, los Estados capitalistas cercaban a la joven nación revolucionaria soviética, prestos a saltar sobre ella a la menor oportunidad. Stalin, su líder, les había recordado la fragilidad rusa en el pasado y cómo ésta había sido la causa de su tradicional sumisión. Pero los comunistas estaban creando un mundo nuevo: había que modernizar el país de modo que fuese lo suficientemente fuerte como para enfrentarse a cualquier amenaza proveniente del exterior. Sin embargo, para ello no se disponía más que de unos pocos años.

Los planes comunistas pasaban por transformar la URSS rápidamente mediante la electrificación, la industrialización y la colectivización del campo. En un país mayoritariamente rural (en 1926, aún vivía del campo el 82% de la población) el sector agrario debía aprovisionar a las ciudades para que éstas pudieran abordar los procesos de modernización en condiciones aceptables. Pero como la industria estaba enteramente dedicada a la fabricación de bienes industriales -con la consiguiente escasez de bienes de consumo-, el campo carecía de estímulos para producir, ya que no había nada que comprar. A comienzos de 1928, se había llegado al punto en que los campesinos almacenaban su grano sin ponerlo en el mercado.

En 1929, Stalin decidió que había sonado la hora de terminar con esa situación. Hasta ese momento, los comunistas habían permitido la pervivencia de la propiedad privada rural; ahora colectivizarían el campo y obligarían a los campesinos a abandonar sus antiguas formas de vida, atrasadas y supersticiosas, para incorporarse a la corriente general de la modernidad.

Naturalmente, y aunque de forma inconexa, los campesinos se resistieron. El que aquello se simultanease con la puesta en marcha de un incipiente proceso de rusificación de la URSS provocó que el Estado soviético reaccionara con la máxima brutalidad en las principales regiones no rusas de la unión, en las que la represión del campesinado fue extremadamente cruel. Entre todas, la que pagó un precio más alto fue Ucrania. El número de campesinos asesinados es extraordinariamente alto, asomándose a los siete millones si sumamos los de todas las repúblicas.

Desde Moscú se denominó kulaks -que significa ‘puños’, lo que sugiere una imagen agresiva de los mismos- a los campesinos teóricamente ricos, a los que se iba a expropiar para favorecer las granjas colectivas, atizando de este modo la luchas de clases en el campo. La campaña, en realidad, incluyó a cualquier campesino que poseyese siquiera una vaca o un cerdo. Y algo parecido al infierno se desató en el campo soviético, en especial en Ucrania.

Los ‘kulaks’

Los cuadros del Partido de las zonas rurales movilizaron a los sectores que les eran más propicios, como los asalariados y los campesinos más pobres, y agitaron el odio a lo largo de toda la URSS. Un año después, los bolcheviques habían conseguido impregnar de su vocabulario estigmatizador al conjunto de la sociedad. Deliberadamente, la noción de kulak había sido dejada en la indefinición, de modo que los miembros del Partido podían identificar al kulak con los grupos o individuos que más les conviniesen; y así, kulak pasó a no tener más que apenas una muy vaga connotación socio-económica, significando en adelante simplemente “enemigo del pueblo”.

En el campo se forzó la integración de los campesinos en las granjas colectivas; las palizas a los kulaks refractarios propinadas por los miembros del Partido se convirtieron en actos de tumultuoso regocijo popular. Se obligó a que los campesinos integrasen sus pequeñas parcelas en las granjas colectivas, y se destruyeron los restos de mercado que quedaban. Entre octubre y diciembre de 1929, Stalin dio finalmente la orden de quebrar el espinazo del campesinado, como complemento del proceso de industrialización masivo en los centros urbanos: el terror en el campo tendría también la virtud de propiciar la emigración del campo a la ciudad.

Las autoridades comunistas lanzaron una gigantesca campaña por todo el país para injertar en la población el odio a los kulaks. Se celebraron miles de asambleas hasta en las más recónditas latitudes de la URSS, en las que se aleccionaba sobre la maldad intrínseca de los kulaks.

A los niños se les enseñó a temer a los kulaks; a los adultos a odiarlos. El kulak se convirtió en una especie de ser metafísico a la vez que perfectamente palpable, causante de todos los daños habidos y por haber. Los kulaks eran culpables de todo lo malo que estaba pasando en la Unión Soviética; los kulaks eran saboteadores; los kulaks quemaban el trigo mientras la gente moría de hambre; los kulaks eran los enemigos del pueblo. Lo decían las consignas a todas horas; lo escribían los periódicos, lo repetía el Partido. En las células comunistas locales se insistía abiertamente: había que levantar a las masas contra los kulaks.

“Yo caí embrujada: todo el mal viene de los kulaks -recordaba una militante bolchevique muchos años después. Tan pronto como queden exterminados empezará una vida feliz para todo el campesinado (…) ¡Nada de piedad! No son seres humanos (…) Era horrible verlos. Marchaban en columnas, se volvían para ver sus casitas, aún impregnados del calor del hogar ¡Cómo sufrieron! Las mujeres lloraban sin atreverse a gritar…”.

“Zapatero Pinocho”: los ciudadanos, hartos de un gobierno que miente


La nueva plataforma cívica, que se presenta oficialmente mañana en Madrid, lanza una campaña para evidenciar el rechazo público a las mentiras del Presidente.

Tras las sucesivas mentiras Rodríguez Zapatero, un grupo de internautas ha decidido lanzar una campaña física de rechazo del presidente. Desde la web www.ZapateroPinocho.com (http://www.zapateropinocho.com/epages/zapateropinocho.sf) se hará un seguimiento exhaustivo de las mentiras del presidente del Gobierno y se ofrecerá material de campaña para que los ciudadanos puedan mostrar públicamente el rechazo a Zapatero.

Los promotores de la iniciativa se presentan como “un grupo de españoles preocupados con el devenir político. Nos preocupa la crisis económica, pero nos preocupa todavía más que el presidente del gobierno ejerza la mentira como herramienta política habitual. Porque como dijo Rubalcaba, ‘España no se merece un gobierno que nos mienta’”

Por eso, han decidido lanzar esta campaña: “Queremos hacer público el rechazo a Zapatero, visibilizar el descontento social”.

Al identificar sus objetivos, señalan que Zapatero “se ha mostrado como el peor presidente de la democracia española, ha hecho de la mentira su principal herramienta política y se muestra incapaz para solucionar la actual crisis económica”. Por ello pretenden “hacer visible el rechazo social que despierta Zapatero. Queremos que se vaya, que convoque elecciones anticipadas, que se forme un gobierno de coalición o que Rajoy presente una moción de censura”.

En este sentido, ofrecen a quienes están de acuerdo con estos principios, hazte con tu material de campaña; desde camisetas a imanes o pines, que reflejan ese rechazo a Zapatero y sus mentiras.

La campaña se presenta oficialmente mañana en Hotel NH Sanvy de Madrid (Goya, 3), a las 9,30 h.

Uno de los vídeos que ofrece la campaña

Zapatero Pinocho

Bershka, catálogo Primavera-Verano 2010: una mujer vaquera