El Gobierno de Zapatero no sólo se ha caracterizado por su incapacidad manifiesta, sino por su tacticismo, sus trucos mediáticos, sus engaños y sus piruetas de último minuto para despistar la atención de la opinión pública.
Para desgracia de todos, ese zapaterismo inhábil para gobernar, sí ha sido hábil para hacer colar una y otra vez sus apaños, embustes y regates y salir vivo aun después de que se hayan descubierto.
Pues bien, ahora que el Gobierno está en sus peores índices de descrédito, ahora que el zapaterismo ha quedado retratado en su impericia, su soledad y su mentira, los españoles no debemos consentirle ninguna última burla, ninguna treta final para que este nefasto presidente se reafirme en el puesto.
Dicho con toda claridad, conviene denunciar desde ya mismo la posibilidad de que Zapatero opte por la patraña de presentar una cuestión de confianza: la actual situación de la Nación sólo puede enderezarse con la disolución de las Cortes y la convocatoria de elecciones anticipadas.
Extendiendo la especie de una cuestión de confianza, Zapatero y los suyos buscan escapar de la marea creciente que pide una moción de censura que desbanque a los socialistas del poder.
Extendiendo la especie de una cuestión de confianza, Zapatero y los suyos buscan escapar de la marea creciente que pide una moción de censura que desbanque a los socialistas del poder.
Ciertamente, una moción de censura que diga adiós a Zapatero compensaría de su propio carácter de medida excepcional, pero la posibilidad de que fructifique dicho movimiento se antoja complicada por la actitud de unos grupos parlamentarios nacionalistas que critican puntualmente al zapaterismo pero no dudan en aprovecharse de él a costa de todos.
En cualquier caso, cuando suena con realismo la posibilidad de moción de censura, un presidente no debe buscar la huida hacia adelante de la cuestión de confianza: si Zapatero de verdad quiere saber la confianza que su Gobierno merece a los españoles, lo que debe hacer es convocarnos cuanto antes a las urnas y dejarse de enjuagues parlamentarios con los grupos minoritarios de la Cámara, cuya tarifa tendríamos que pagar entre todos los españoles.
En el horizonte más cercano del zapaterismo apuntan graves turbulencias de orden institucional: están las dificultades para ganar respaldos al decreto ley del tijeretazo en gasto social, y a medio plazo está una negociación presupuestaria a la que Zapatero llegará más débil que nunca. Las elecciones anticipadas, entre otras cosas, encauzarían de nuevo nuestra vida institucional, y además servirían para regenerar a la clase política con el adiós de un amplio catálogo
En el horizonte más cercano del zapaterismo apuntan graves turbulencias de orden institucional: están las dificultades para ganar respaldos al decreto ley del tijeretazo en gasto social, y a medio plazo está una negociación presupuestaria a la que Zapatero llegará más débil que nunca. Las elecciones anticipadas, entre otras cosas, encauzarían de nuevo nuestra vida institucional, y además servirían para regenerar a la clase política con el adiós de un amplio catálogo
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